Fimosis

Tratamiento para la Fimosis

La circuncisión es una de las intervenciones urológicas más realizadas históricamente pero no por ello es una cuestión trivial y por tanto, merece el mismo nivel de planificación y consideración otorgada a todas las cirugías principales.

Las indicaciones son muy diversas: des del rito religioso, el hábito social, tratamiento médico ante patologías como la balanitis xerótica o la parafimosis, hasta incluso por razones higiénicas, o de reducción de riesgos relativos de infecciones del tracto urinario inferior (ITU), o infecciones de transmisión sexual (ETS).

 

Existen variedad de técnicas quirúrgicas que dependerán de la preferencia del cirujano y del grado de fimosis en cada paciente, confiriendo como objetivo principal la extirpación del prepucio. De modo que se expone el glande definitivamente dando como resultado un cambio en el microambiente de dicha superficie.

En niños y adolescentes mayores, generalmente es preferible la realización bajo anestesia general, aunque puede llevarse a cabo en condiciones de anestesia local con éxito.

El procedimiento, por lo general, suele comprender unos 30 minutos. Tras finalizar el procedimiento, se recubrirá el pene con un ungüento con propiedades antibióticas, y se lo envolverá con un vendaje compresivo. En los siguientes días posteriores a la intervención puede sentir dolor en la región del pene mostrando hinchazón o hematoma.

Por lo general, la cicatrización del pene lleva entre 7 y 10 días y los puntos de sutura de caerán solos en las siguientes semanas.

Complicaciones tras la circumcisión

Como cualquier procedimiento quirúrgico, la circuncisión no se encuentra exenta de riesgo y complicaciones.

Entre las complicaciones quirúrgicas más frecuentes asociadas con la circuncisión se encuentran el sangrado o la infección, a pesar de que también es posible que se presenten efectos secundarios relacionados con la anestesia.

Otras posibles complicaciones, aunque menos frecuentes pueden ser la persistencia de un prepucio redundante, fístulas uretrocutáneas, retención urinaria o desarrollo de un pene oculto, o enterrado por exceso de retirada prepucial, requiriéndose en ocasiones de una reparación quirúrgica reconstructiva posterior donde se incluyen un abanico de recursos posibles:  des del uso de injertos cutáneos libres, colgajos escrotales o pediculados, abdominoplastia o liposucción púbica, además de alargamiento mediante sección de los ligamentos suspensorios del pene, y escrotoplastias.